Mama Carmen



Una mañana tempranera dos loros reales canturreaban sin parar, ambos
parecían esperar su comida irradiando alegría inquietante de armonía
colorida, deseando la apreciada libertad enclaustrada en una jaula. Su
plumaje de colores verdes con amarillo mezclado con el azul y los tonos
rojos de sus colas largas ensamblaban el carácter de sus impacientes
picos imitantes que replicaba a más de un humano cerca, creando entre
ellos, las diferencias entre palabras y entendimiento. Con el paso de las
horas ambos pájaros verdes comenzaban a intensificar sus euforias
tarareantes de melodías entre agudos y graves. Llegaban a aturdir a
más de dos cuadras de la zona. ¡Era la hora de la comida de mama
Carmen!. Dos frutas de mango con puchos de girasol. A pesar de ser
mascotas, eran aves salvajes, pero su hambre insaciable fue como una
flecha al corazón quedando callados y llenos de amor.

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